MANIFIESTO

  DIME QUE ES ENFERMEDAD Y TE DIRE QUE ES TERAPIA

Esto sabemos:
la tierra no pertenece al hombre;
el hombre pertenece a la tierra.
Esto sabemos.
Todo va enlazado,
como la sangre que une a una familia.
Todo va enlazado.
Todo lo que ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra.
El hombre no tejió la trama de la vida;
él es solo un hilo.
Lo que que hace con la trama se lo hace a si mismo.
Ni siquiera el hombre blanco,
cuyo Dios pasea y habla con el de amigo a amigo,
no queda exento del destino común.
Después de todo quizás seamos hermanos.
Ya veremos.
Sabemos una cosa que quizás el hombre blanco descubra un día:
nuestro Dios es el mismo Dios.
Ustedes pueden pensar ahora que El les pertenece,
lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan;
pero no es así.
El es Dios de los hombres
y su compasión se reparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco.
Esta tierra tiene un valor inestimable para El,
y si se daña provocará la ira del Creador.
También los blancos se extinguirán,
quizás antes que las demás tribus.
Contaminen sus lechos
y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos.
Ustedes caminarán hacia su destrucción,
rodeados de gloria,
inspirados por la fuerza del Dios que les trajo a esta tierra
y que por algún designio especial les dio dominio sobre ella
y sobre el propio piel roja.
Ese destino es un misterio para nosotros,
pues no entendemos por qué se exterminan los búfalos
se doman los caballos salvajes,
se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres
y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes.
¿Donde está el matorral?
Destruido.
¿Donde está el águila?
Desapareció.
Termina la vida y empieza la supervivencia.


                                     palabras de un Jefe Indio Seattle en 1845